Aquél verano…

Tu espalda, mientras corrías por el campo… parecía más libre que las nubes del cielo, e incluso las hojas de mi cuaderno, se veían bañadas por la luz.

Yo no sabía lo que era el amor, pero aquellos días que ya nunca volverán, me enseñaron su significado.

Guardaré los días que pasé contigo en mi corazón, así que no hará falta que me los recuerden.

Incluso si llega el día en que me enamore de otra persona, siempre serás especial para mí, y siempre te querré.

Esta estación resurgirá de nuevo.

Encontrarte en medio del infinito campo, me ha hecho más fuerte que cualquier otra cosa.

Incluso si llega el día en que alcance el mañana soñado, siempre serás especial para mí, y siempre te querré.

Ésta estación llegará de nuevo.

Desde el verano que dijiste: «No te olvidaré.», el tiempo ha pasado y no puedo evitar derramar mis lágrimas.

Still

Black coffee and cigarettes


Your body is yours now – your skin stretches
comfortably around its heights and its
depths, its hills and crevices, the scars of
old, the sights, the colours, the smells, all
that you have absorbed in your life –
the joy and the pain.
Your soul nestles within – it even
purrs at times.
You breathe.

But still,
there are moments.
When darkness beckons and your soul
trembles and you feel jagged and hollow, like
a bottomless void, a continent with howling
winds and dark storms, sheer cliffs and
parched deserts, wild animals that
roam hungry, icy crevasses where
no light can reach.

Perhaps this is how it was at
the beginning, when you lay
shrouded in darkness, and raged
against the dying light, the
confined space, the relentless thump
of your mother’s heartbeat, an
echo of things to come.

There are moments.

I am sorry, you say, yet again.
I am sorry for my darkness…

Ver la entrada original 85 palabras más

Quizás…

Quizás el truco sea entregarte como si nunca fuera a doler.
A la vida, al amor,
al sexo, a la poesía,
incluso entrégate
a ti mismo.
Como si fueran a prohibirlo
todo
mañana.
#Pensamientos #Inspiracionesmomentáneas

Ojo con ellas…

Ojo con ellas…

Andan por ahí, con su atrevido miedo,
portando sus cincuenta y tantos años,
lindas, leídas, viajadas, sensibles.

Ojo con ellas.

Vienen de cerrar una puerta con decisión,
pero sin olvido.

Amaron, construyeron, parieron, cumplieron.

Amaron a su hombre, dieron alas a sus crías y ahora,
desentumecieron las suyas:
¡ahí estaban!:
intactas, brillantes, soberbias,
majestuosas, listas para el vuelo:
no ya las de un hornero,
sí las de una gaviota, soberana y curiosa.

Saben de la vida
y de tu hambre
porque con su cuerpo han sabido saciarlas.

Expertas en estupidez
y sus matices:
se reconocieron inmersas
en ella hasta el estupor
y soportaron mucha hasta el dolor;
sabrán distinguirla, no lo dudes.

Versadas en economía,
la aplican en el gesto,
en el andar y en su exacta sensualidad.

Ojo con sus caderas sabias:
ya se estiraron y contrajeron,
se estremecieron y agitaron.

Saben del amor, en todos sus colores,
desde el rojo resplandor al mustio gris.

Sus piernas fuertes arrastran raíces todavía.

Prontas a sentir,
van con una vieja canción en los labios,
profunda intensidad en la mirada
y delicada seguridad en la sonrisa.

Pero, si esta advertencia es tardía,
y descubres que ya no puedes dejar de pensar en ella,
entonces, ten cuidado de ahora en más,
no te equivoques, no lo arruines:
no les envíes mensajes de texto,
mejor invítale un café con tiempo;
no recurras al e-mail,
preferirán sin duda un poema en servilleta.

No les hagas promesas,
no les vendas imagen,
mejor exhibe tu autenticidad más despojada.

No caigas,
por rellenar,
en aturdido ruido vacuo,
deja que respire un silencio común.

Vienen de quemar las naves,
y cambiar comodidad indolente por riesgo vital.

Avanzan por un camino incierto, pero elegido.

En su cartera, fotos, un perfume y algunas lágrimas.

En su mirada, una decisión…

Ojo con ellas…
tal vez, si tienes suerte, hay una en tu camino.